Este proyecto partió de la elección de un producto genérico, el vino, y buscó identificar y descifrar los códigos esenciales de su presentación en el mercado. El objetivo fue crear una línea de vinos dirigida a un público joven, entre 20 y 35 años, enfocada en consumidores habituales que buscan una opción innovadora y atractiva. Se diseñaron tres variedades: blanco, tinto y rosado, utilizando botellas de cristal opaco con forma de Bordelesa para diferenciarlas. En cuanto a la etiqueta, se optó por un estilo collage, que, por su estética pictórica, se alinea con las preferencias visuales de este rango de edad.